Era una época gobernada por el miedo y el dolor cuando, en un gesto de inmensa generosidad te pusieron en mis brazos. Eras sólo un bebé miedosillo y peluchón y te fuiste convirtiendo en un jovencito grande y fuerte, mientras descubríamos juntos estos bosques pirenaicos.
Hoy cumples 12 años y eres un abuelito tierno y bonachón, que se sigue emocionando con las primeras nieves y con los vientos limpios que nos hacen sentir vivos.
Seguimos navegando juntos en este río desde aquel día, cuidándonos el uno al otro, unidos con un vínculo de amor y de lealtad íntimo y nuestro.
Sigo sumergiendo mi cara en tu suave y espeso pelaje, donde encuentro refugio y calor. Seguimos compartiendo aventuras y juegos, y seguimos siendo padrinos de un montón de cachorros a los que has enseñado a sentirse tranquilos y alegres.
Tú y yo hemos escrito nuestro propio cuento en el que Caperucita y El Lobo se hicieron amigos y fueron felices para siempre...
Feliz "cumpleperri" mi querido Poncho. Todo está bien cuando estás tú. Eres mi hogar.
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