martes, 10 de marzo de 2015

negu, la dama de los bosques

La vi por primera vez una noche saliendo de la pick up de mi vecino y parecía tranquila. al día siguiente la volví a ver. esta vez en el balcón, inquieta, con la mirada perdida. jadeaba. mi vecina me explicó que iba a devolverla al sitio del que venía, porque desde que ipsi había llegado a su casa, perseguía a las ovejas, a los gatos y a sus otras perras para morderlas. me explicó que la perrita tenía un año, y que venía de una jauría de perros en la que la habían atacado y mordido varias veces; la última de ellas le habían tenido que curar y suturar las graves heridas que le provocaron, y fue entonces cuando sus antiguos dueños decidieron buscarle otra familia. pero parecía que tampoco la había encontrado, puesto que la iban a mandar de vuelta allí. sin pensarlo dos veces hablé con tom, para ver si estaba de acuerdo conmigo en darle un hogar a esta perrita. en cuanto la vio, algo entre ellos nació. tom se acercó a ella con dulzura pero con firmeza, y la acompañó a entrar en nuestro jardín. poncho enseguida se acercó a ella, para olisquearla y jugar, pero ipsi estaba tan nerviosa y tan cansada después de tanto estrés, que no le dejaba acercarse y pretendía morderle. así se pasaron todo un largo día; tom estuvo junto a ellos todo el rato, para darle a ipsi la confianza que necesitaba. y al caer la noche lo consiguió. ipsi cayó agotada, y por primera vez durmieron los dos perros juntos en la caseta. es entonces cuando decidimos cambiarle el nombre, para señalar el comienzo de una nueva vida. tom se decidió por negu, que significa "invierno", y le iba muy bien porque era justo el mes de enero y nos había mostrado un carácter implacable como el hielo, y misterioso como como las oscuras noches invernales.
desde ese momento, nos esforzamos todos por darle a negu mucho amor, para que volviera a confiar en los animales y en las personas. fui a las bibliotecas para aprender sobre el carácter de los perros y sobre técnicas de adiestramiento, y trabajábamos juntas todos los días. dábamos largos paseos por el monte para que negu se sintiera libre y encontrara su propia naturaleza, enterrada detrás de tanto miedo. tuvimos muchísima paciencia porque era cabezota y muy independiente. incluso un día se fue corriendo por el bosque detrás de un rastro, y no volvió. yo estaba confusa, no sabía muy bien qué hacer. sólo pensaba en que ojalá tuviera suerte, porque era el mes de febrero y había mucha nieve y hacía mucho frío como para que un animal tan joven anduviera solo por el bosque. también pensaba que ojalá encontrara una familia que la quisiera mucho y tuviera una buena vida llena de aventuras y buenos momentos, aunque fuera lejos de mí. y mientras pensaba todo eso ponía carteles con su foto en todos los pueblos, empezando por el árbol junto al que aparqué el coche el día que se perdió. volví al bosque cada día y cada noche llamándola a gritos. poncho me acompañaba y ladraba fuerte en los acantilados y en los ríos. al quinto día encontraron a negu sentadita junto al árbol donde aparqué, debajo del cartel con su foto, como si esperara el autobús. me llamaron y acudí veloz a recogerla y a abrazarla. estaba bien, sólo muy cansada, hambrienta y desorientada. la llevé a casa y le puse un collar con su nombre y mi teléfono, para que no volviera a perderse nunca.
ahora negu cumplirá pronto cinco años y ya ha encontrado su sitio en esta familia. hemos seguido trabajando con ella, porque aún quedan resquicios de miedo en su interior, que le hacen reaccionar muy intensamente ante situaciones inesperadas. pero se ha convertido en una perra cariñosa, muy lista, y muy divertida. y sigue teniendo una parte salvaje y pura que aflora cuando corre libre por el bosque, saltando entre las rocas y flotando sobre los arbustos, con toda la potencia, la flexibilidad y la precisión de una flecha.

foto: MacaRon, negu en el bosque de err. francia

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